Le volví a encontrar las Navidades pasadas, antes de Navidad, claro. Vino a clausurar un congreso al que yo debía asistir. El conferenciante estrella. Ha triunfado en su profesión.
Me enteré tarde porque nunca leo los folletitos informativos y casi me lo tropiezo sin saber. Después de la conferencia, en el pincho de honor nos hablamos. Seguía llevando la ropa de un muerto: un traje del Príncipe de Gales y con un chaleco distinto, pero a juego. El más alto del salón pero sin un solo rizo, ni uno, su cabeza afeitada del todo... desde los 30 me dijo, las gafas sin moldura, solo los cristales y claro con un nombrecito de postín al lado. Delante de la cafetera, nos llenamos la taza de café negro...
Qué sorpresa, qué tal, cuánto tiempo.... Estuvimos inquietos y torpes. Nos reímos como antes, con una risa nerviosa, sin ser capaces de controlar los recuerdos que se nos venían a los dedos y nos impedían echar el azúcar dentro de la taza... Nos preguntamos por el trabajo y los amigos, los míos y los suyos y nos reímos de un par de anécdotas graciosas. No fuimos capaces de hablar de nosotros. Yo sí que quería. Quería saldar cuentas. Decirle un par de cosas. Pero al parecer no fuimos capaces. Me miró como antes (tal vez le miré yo primero como antes) .... como hacía 20 años, con ternura... Mis torpezas le hacían sonreír... Nunca había visto a nadie que se cayese como yo... Casi me vuelvo a enamorar del todo, otra vez. Yo bajé la cabeza también mirando para otro lado. 5 minutos y ya estábamos como al principio... como aquella noche delante de mi portal. Ni siquiera fingimos que nos íbamos a llamar o a darnos los teléfonos. Nos despedimos con un beso en la mejilla y unas palabras que aún me resuenan en la cabeza por lo emotivas y lo inesperadas. Murmuré un "yo también" que en aquel momento era cierto. Yo también le había echado de menos. Mi alma gemela. Nadie después de él me invitó a un ciclo en blanco y negro. Un recuerdo imborrable, una historia que no padeció los mallos rollos, ni el desgaste de la rutina, ni las crisis de la edad, ni los celos...
Aunque sé que no es imposible que él lea esto sí que sé que es improbable. Por si acaso lo lee y se reconoce en él, que sepa que sí, que este post es para él. Para ti. Y que esto es lo que nunca te dije. Lo que mis amigas si saben. Me arrepiento de no habértelo dicho, por eso ahora para saldar cuentas. Ahí te va.
1º. Yo te vi primero. Antes de que tu te decidieses a levantar la cabeza y mirarme yo ya te había visto al fondo... ya te había escogido y pasé delante de ti dos veces, dos, para ir al baño sin ganas... no me dio resultado la estrategia, estabas enfrascado, ¿cómo no? en alguna teoría de la conspiración...
2º Estuve sentada un par de horas por lo menos, en la Gare de Austerlitz, (en la estación parisina, antes de las siguientes vacaciones) decidiendo si reservaba el nocturno que me llevaría de vuelta a casa o el TGV que me acercaría a ti. No sé porqué saqué mi billete de vuelta a España. Pero ¿y si hubiese cogido el otro tren? ... quizás mis hijos hoy llevarían tu apellido o, seguramente, no.
3º Cuando nos acercamos al rectorado hace unos 20 años a rellenar los formularios de la beca... tu me susurraste que por qué no pedía yo una también..., que me la darían, que me vendría bien irme al espacio exterior... Me cogiste los papeles y fuiste, tú mismo, él que, ante mis dudas, elegiste para mí una ciudad extranjera. Este pequeño empujoncito, que me diste con cara seria y concentrada, sería definitivo para mi futuro profesional... mi trabajo, que me encanta, se decidió ese día cuando marcaste con una cruz París. Te gustará París.(algo así dijiste). Sí que me gustó París, aún me gusta y aún es una de mis ciudades favoritas, aunque mi primer París no fue la ciudad del amor sino la de la melancolía y la añoranza. Gracias VIM.
me encanto, pues es cierto quizás no lo lea pero es mejor sacar de uno lo que siente, los tres puntos finales, fueron lo mejor
ResponderEliminarMuy emotivo. El destino es imprevisible. Nunca sabes qué actos cambiarán el rumbo de tu vida, y eso la hace interesante...
ResponderEliminarBesos.
Siempre nos quedará Paris... Bueno, por lo menos reconoces que ese pudo haber sido el amor de tu vida, y el padre de tus hijos, no todas las mujeres lo reconocen. Un beso.
ResponderEliminarUn relato precioso y un final agridulce.
ResponderEliminarA veces pequeños gestos pueden cambiar el curso de tu vida.
Hola kamikazes,
ResponderEliminarSí Damian. Hace tiempo me guardaba todos mis sentimientos para mí... y me costaba mucho decir las cosas, me avergonzaba de sentir, que tontería!
Me gustaría que lo leyese porque le debo un par de cosas.
Desde luego, Elvis, este hombre cambió mi vida, más bien la dirigió hasta donde está ahora.
Me gusta pensar, Savoy, que la mayoría de gente es capaz de reconocer sino sus errores sí sus aciertos. Las mujeres también. Y siempre me quedará París... Casablanca no?
Blog A. bienvenida. Un final agridulce como muchos en la vida. Ahora ya ni siquiera es agrio. Solo recuerdo lo dulce.
Un besote kamikazes.
Pues que lastima, no ???... Siendo un femme fatale como eres, no entiendo el porque no hablaste claro con él y lo dejaste escapar... ¿ Había terceros de por medio ?
ResponderEliminarUn besin
Nuestro tiempo se había acabado ya. Una historia de hace 20 años... Un recuerdo perfecto. Y además sí que hay un montón de terceros y hasta de cuartos, e incluso de quintos que llenan nuestras vidas... me imagino que la de él también.
ResponderEliminarBesote
asi da gusto reencontrarse, seguro que cuando me vuelva a ver gente de hace mucho tiempo pensaran de mi , "uyy va pa calvete y eso del niki...barriguita es o que, claro que el tiempo pasa por todos, puto calvo" jajaja
ResponderEliminarsaludos y bonito post
http://dalecalor.blogspot.com
El tiempo pasa para todos es cierto pero el espíritu y digamos, el porte, permanecen... El estaba igual de guapo con rizos o quizás aún más guapo... los calvos tienen un puntito ;-) ... y las barriguitas también...
ResponderEliminarUn besote.
Bienvenidos a mi blog: Blog A., cinco letras, Gybby y Paco. Es un placer recibiros.
ResponderEliminarUn besote
Guau Kamikaze, me ha encantado tu historia!! Siempre hay personas que habriamos deseado haber vivido mas cosas con ellas, pero que al final por unas cosas o por otras no puede ser.....aunque siempre se quedan en un rincón de nuestro corazón para siempre!!
ResponderEliminarUn beso
Justo, Gybby me hubiese gustado terminar mi historia con este hombre de paso... un curso estuvimos juntos... y pero se quedó mucho más.
ResponderEliminarUn besote.
Muy buena segunda parte como me prometiste. Pero sigo sin saber lo que se dejó.
ResponderEliminarNos debes otro post con:
- Lo que queda en tu corazón de él.
- Lo que queda en el suyo de ti.
- Lo que se llevó tuyo a su ciudad y nunca te lo devolvió.
Gran relato.
¿Es verídico?
Pues sí. Es verídico. Realidad que yo cuento adornada ya ves. Pero verídico. Sí, señor. Un curso enterito juntos.
ResponderEliminarPues igual te hago caso y cuento le que el me dio y lo que se llevo.
Un besote Sky, Sr Imperial
Siempre hay un recuerdo agridulce de lo que pudo haber sido y no fue. Muchos saludos.
ResponderEliminarSiempre Victoria. Y menos mal que los hay... y que estamos aquí para contarlo.
ResponderEliminarUn besote