Este no es un mortal kombat de verdad, claro. No es como pelear con los hijos para que estudien inglés o pelear con tu primer novio para explicarle cuales son las tierras permitidas al hombre blanco y cuales las praderas de territorio comanche... que no podrá pisar. Combates injustos pero necesarios... Este es un combate a muerte. El ring: la piscina.
En un rincón: kamikaze. Viste de rosa chicle, bañador, gorro y gafitas: todo a juego. Todas la curvas de una mujer más alguna más que le habrá prestado la vecina. Esta imagen de Betty Bop rolliza y despistá no la beneficia. No entra bien en las apuestas de los ganadores. El público juzga por sus lorzas y por su bañador de coqueta que la kamikaze no nada, que no es peleona,... que va al agüita a jugar y a salpicarse cual ninfa del bosque... No saben que kamikaze lleva años nadando, que no es una gran campeona pero sí una digna mediocre...
En el otro rincón: metrosexual de gimnasio. Mozalbete entre los 25 y los 40. Desmemoriado es el jovenzuelo que lleva la lista de la compra tatuada, y en chino, en los hombros... Pertenece a una tribu y va marcado con todos los percings que manda la moda. Viste de negro reglamentario y escueto. Tiene todas las de ganar.
Se encuentran en el borde de la calle y él lanza el primer gancho:
- "Hola. No te preocupes que ya te adelanto yo!!" Inconmensurable frase que, no por bonita ni por profunda, deja de entrar en mi cerebro como una flecha envenenada ... ¡Ninguneada! Mal empezamos. Directo a la mandíbula va este crochet. ¿No hay otra calle para donde ir? ¡Pues no!¡Y encima hay público! En la calle de al lado... los colegas, que también nadan en el mar conmigo un par de veces al año, ... a carcajadas van ya!
Luego el segundo ataque:Empieza a nadar... pero nada de nada. No. Este no nada. Es como aquel nadador negro que casi se ahoga en la piscina... en unas olimpiadas: desmadejado, sin estilo, sin performance y encima lento... gasta toda su energía en dar palmadas al agua... ¡Saca todo el cuerpo para dar la brazada! Y ni siquiera se sabe las normas: por el medio de la calle va, molestando a los que van y a los que venimos... En palabras de mis compis: " ¡No tiene ni idea!"
Me controlo lo suficiente para aguantar estos dos directos que me ha encajado pero el tercero: ¡no lo aguanto!
Sabe que le voy comiendo los pies. Pues no. No se da cuenta e insiste en ir delante. No deja sitio para adelantar y el resto tenemos que ir detrás a su ritmo... Así que ahí voy. Planeo un par de estrategias que podrían funcionar.
¿Y si le suelto una patadita kamikaze? En condiciones normales, poniendo todo el cuidado, en casi una horita lanzo dos patadas y recibo otro par de manotazos... pequeños roces diría que casi sexys de desconocidos en el vaso... caricias inesperadas o verdaderos manotazos que te dejan bailando un rato; eso en condiciones normales y por supuesto sin querer. ¿Seré capaz de hacerlo queriendo? Pues no. Que no. Que soy un desastre. Necesitaría todo un año para coordinar sus movimientos con los míos y poder encajarle una patada.
Pero está decidido. No me va a ningunear más: lucharé con mi astucia y a golpe de retranca gallega. Y si le suelto un:
- "¡Hay unos cursillos para torpes dos días a la semana de 9h a 9h45!" No. Tampoco. ¡Seguro que no lo pilla!
En el último momento me inclino por masacrar su vanidad masculina. En sentido literal eh! Nada de golpes bajos. Soy una dama, educada en los más refinados y elitistas colegios de la educación pública. Calculo. Descanso un par de largos. Respiro fuerte y... salgo como una flecha. Croll puro, sencillo. Respiración uno-dos, uno-dos. Estoy descansada y lo adelanto limpiamente, sin rozar... llego al final de la calle y me pongo de pie. Le espero apoyada en el borde: relajada y sonriente. ... Con una sonrisa satisfecha, de medio lado ... La sonrisa del gato que se ha comido al ratón. Le he noqueado por KO...
Me he tenido que venir aquí a confesar mi pecado de vanidad y a pedir perdón por haber sido por un día, una chula prepotente... Mea culpa. Y ya puestos añado que le adelanté tan limpiamente que me temo que no se ha enterado, que se creyó que estaba en el borde descansando. Mi maniobra tan calculada ha pasado completamente desapercibida. Ains! Los únicos que parecieron darse cuenta fueron los colegas que al salir me dicen:
"¿Lo has pasado bien? eh! "
Pues sí. Me he divertido.